Esta entrañable obra nos habla
sobre la necesidad de aceptar que la muerte es un hecho de vida y tenemos que aceptarlo, que solo estamos aquí de paso y, por eso debemos tratar de estar de la mejor manera con los demás y con nosotros mismos.
¿De qué trata? En 1975,
Bobby (Luis Gerardo), un locutor de radio que colecciona datos curiosos y
absurdos, descubre la manera de saltar de un universo paralelo a otro: un
portal que aparece solamente en sus sueños. La noche que muere su perro, Bobby sueña
con ese portal, el cual es su refrigerador; cuando cruza el umbral de este
refrigerador, Bobby despierta en el piso vacío de un hotel llamado “Good Luck”,
delante del mar. Con ayuda de su mejor amigo, Larry Tocino (Pablo Chemor),
psicoanalista y físico cuántico por las noches, descubre que ha dado un salto
sin retorno a un universo paralelo. En este universo su perro no está
muerto, pero alguien más cercano a él es el que morirá.
Esa noche Bobby vuelve a
soñar con su refrigerador, vuelve a cruzar ese umbral y vuelve a despertar
en el Hotel Good Luck, en un universo paralelo donde sus padres están
vivos, pero donde alguien más morirá. Porque el principio de simultaneidad
dimensional establece que lo que no ocurre en este mundo, ocurre en
otro. Y la muerte de alguien siempre será inevitable.
En un contexto mas certero se trata de un montaje
complejo, donde la repetición del tiempo es una realidad pero la presencia de
la muerte es variable, aunque es una constante que no se puede evitar.
En esta ocasión podemos apreciar a un Luis Gerardo mu concentrado que nos lleva a un viaje de poco más de
una hora de duración que versa sobre la muerte, pero que no es pesimista. El
peso dramático recae en este actor, que con pocos elementos escénicos y el
apoyo de su cómplice, mantiene el ritmo de su monólogo entre momentos
melancólicos, divertidos e íntimos.
El montaje está ambientado en los 70′
El montaje está ambientado en los 70′
La realidad es que es un montaje obligado para los fans de Alejandro Ricaño, quienes comprenderán aún más el mundo interno de este dramaturgo y director. Luis Gerardo Méndez no falla como protagonista, ofreciendo una interpretación honesta donde muestra su valía como actor.
Una
obra que en definitiva merece ser vista Desde la Butaca.
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